martes, 14 de diciembre de 2010

La vida noble



Los hombres vulgares –decía Ortega- están siempre satisfechos de sí mismos. Dan por buenos sus gustos, preferencias y opiniones, sin reflexionar demasiado. No se exigen nada, no se remiten a instancias superiores, se conforman con lo que buenamente encuentran en su cabeza y están encantados de ser como son.
Por el contrario, los hombres excelentes viven exigiéndose. No le encuentran sabor a la vida si no la ponen al servicio de una empresa superior o trascendente. Estos hombres desestiman lo que no les cuesta esfuerzo y sólo aceptan como digno de ellos lo que aún está por encima y les reclama un estirón para alcanzarlo. Ésta es la vida como disciplina: la vida noble.

Crónicas del Ángel gris - Alejandro Dolina

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