sábado, 15 de enero de 2011

Ley de Identidad de genero


Florencia de la V recibió su nuevo DNI. Está feliz, como nena con juguete nuevo. Dice, por fin: “Florencia Trinidad”, y agrega: “Sexo: femenino”. También le dieron una nueva partida de nacimiento. Fue luego de que la jueza Elena Liberatori hiciera lugar a la acción de amparo que la actriz presentó con el asesoramiento jurídico de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT). Mientras, Alejandro Iglesias, el participante incógnita de Gran Hermano, entró al reality show con un objetivo bien definido: ganar el premio para pagarse la operación de reasignación de sexo. Nació con cuerpo de mujer, pero siempre se sintió varón y, para terminar de adaptar su cuerpo a su identidad de género, necesita un implante.
Florencia consiguió su nuevo documento sin necesidad de operarse. Es travesti y se reivindica mujer. Alejandro, en cambio, quiere operarse. Es un varón transexual. Ambos casos, por su impacto mediático, echaron luz sobre el que será el próximo gran debate relacionado con la diversidad sexual, luego del matrimonio igualitario: el reconocimiento de la identidad de género.
Las personas trans –travestis o transexuales–, por un vacío legal, tienen en sus documentos un nombre diferente de aquel por el que todo el mundo las conoce, y figuran inscriptas con una asignación de género –varón o mujer– que se contradice con su identidad. Esa discrepancia entre su vida y los papeles les complica todo: entrar a cualquier lugar donde pidan documento, anotarse en una carrera, votar, salir del país, casarse, abrir una historia clínica en un hospital, etc.
“Sentimos que vivimos la vida de otras personas y somos invisibles para el Estado. Cuando me preguntan qué significa no tener un DNI que reconozca mi identidad, pienso qué terrible que sería morirme y sentir que pasé por la vida como un fantasma”, dice Claudia Pía Baudracco, travesti y dirigente de la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgénero (ATTTA).

Al Congreso y a la justicia.
La ley de identidad de género y la de atención sanitaria para la reasignación de sexo serán el próximo debate del Congreso sobre los derechos de las minorías sexuales. La primera habilitará el cambio de nombre y de género  en el DNI y la partida de nacimiento mediante un trámite sencillo y rápido, sin intervención judicial –hoy obligatoria por un decreto-ley de Onganía– y sin la intervención de médicos y psicólogos. Es decir, sin que haga falta un abogado y un fallo judicial, como en el caso de Florencia, y dejando atrás la patologización de la transexualidad como “disforia de género”, como en el de Alejandro.
La “disforia” es una supuesta patología psiquiátrica que aún sobrevive en los manuales, como sucedía tiempo atrás con la homosexualidad, que fue considerada una “enfermedad” hasta que la ciencia reconoció que no lo era. Para hacer el cambio de identidad, las personas trans no necesitarán más probar que están “enfermas”, sino que simplemente deberán manifestar que su identidad de género difiere de la que consta sus documentos y expresar su deseo de cambiar de nombre.
La segunda ley permitirá a las personas transexuales que lo deseen la realización de operaciones de reasignación sexual, sin necesidad de autorización judicial y en forma gratuita, en los hospitales públicos o a través de las obras sociales y prepagas. Son dos leyes separadas porque hay quienes –como Florencia– quieren cambiar sus documentos pero no operarse. La madre de Alejandro, que sí se quiere operar, aseguró en la puerta de “la casa” cuando fue a despedirlo que ya hizo los trámites para que, si se opera, le den su nuevo DNI, pero no brindó más detalles. No se sabe si ya existe un fallo judicial en su caso, ya que la producción del programa se muestra reticente a dar información o brindar los contactos de sus familiares. Con la ley de identidad de género, operarse o acceder al nuevo DNI serían dos trámites independientes y una cosa no condicionaría la otra.
Para conseguir que se aprueben estas leyes, la FALGBT seguirá la misma estrategia que usó para conseguir el matrimonio igualitario: por un lado, presentó los proyectos de ley, firmados por las diputadas Juliana Di Tullio y Silvia Augsburger (MC) junto a legisladores de casi todos los bloques; por el otro, impulsó más de treinta recursos de amparo en la justicia. El de Florencia de la V fue el primero con sentencia favorable. Cuando le dieron el DNI, los ministros Fernández y Randazzo expresaron el apoyo del Gobierno a los proyectos, que seguramente contarán con la oposición de la Iglesia católica, la diputada Cynthia Hotton y la senadora Liliana Negre de Alonso. Los activistas esperan, sin embargo, que el debate sea más fácil: en España el matrimonio homosexual provocó un debate similar al que vivió este año la Argentina, mientras que la ley de identidad de género salió casi por unanimidad y con una oposición muy tibia de los obispos.
 Fragmento de un articulo publicado por Bruno Bimbi

Espero que el 2011 no acabe con un feliz post celebrando la Ley de Identidad de Genero.
Todas las personas tenemos Derecho a una Identidad 

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